El Rosario Misionero nos invita a rezar por los continentes, por los pueblos, por quienes no conocen el Evangelio, o por quienes lo viven en condiciones difíciles. Pero este acto de oración —esta contemplación— no puede desligarse de la acción. Jesús mismo, al narrar el episodio de Marta y María, nos enseña que ambos aspectos —el contemplativo y el activo— deben estar unidos para una vida cristiana plena.

Mary and Martha by Anton Laurids Johannes Dorph
“Entrando Jesús en un pueblo, lo recibió una mujer llamada Marta; y ésta tenía una hermana llamada María, la cual se sentó a los pies del Señor para escuchar su palabra. Marta, en cambio, estaba preocupada con muchos quehaceres; y acercándose, dijo: ‘Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con el servicio? Dile que me ayude’. Pero el Señor le respondió: ‘Marta, Marta, te afanas y te inquietas por muchas cosas; sólo una cosa es necesaria. María ha escogido la mejor parte, y no le será quitada.’” (Lc 10,38‑42)
María representa la contemplación: escuchar, estar junto al Señor, acoger su Palabra. Marta representa la acción, el servicio, la preocupación por lo inmediato, por lo práctico.
Contemplación y acción en el Rosario Misionero
El Rosario Misionero nos da una estructura concreta para ejercitar contemplación y acción:
- Contemplación: al rezar cada decena, meditamos en los misterios del Rosario (la vida de Cristo, su pasión, resurrección) y, además, ponemos delante de nosotros la intención misionera —por un continente, por un pueblo, por quienes necesitan oración u apoyo.
- Acción: esas plegarias no quedan encerradas en lo espiritual, sino que llevan al compromiso concreto: puede ser una obra de misericordia, ayuda material, difusión del mensaje del Evangelio, solidaridad con los misioneros/as, etc.
¿Cómo unir contemplación y acción?, inspirado en Marta y María
Aquí unas ideas prácticas:
- Antes de rezar, pide al Espíritu que abra tu corazón para escuchar, como María, la palabra de Dios. Haz silencio, aparta distracciones.
- Durante cada decena, al meditar el misterio, pregunta: “¿Qué me dice Jesús en este misterio? ¿Dónde me invita a actuar?”. Por ejemplo, si estás rezando la decena por Asia, quizá pienses en las necesidades de los cristianos en países con persecución religiosa o falta de libertad; si por Oceanía, en la soledad de algunas islas, etc.
- Después de rezar, haz algo concreto: enviar ayuda, rezar por quien sufre, compartir en redes o comunidad lo que meditaste, invitar a otros a rezar por misiones, colaborar con organizaciones misioneras.
- Equilibrio constante: no dejar que la acción te agote sin oración, ni que la oración quede sin eco en la vida. Jesús dice: “sólo una cosa es necesaria…” — la contemplación — pero no excluye el servicio; de hecho, la contemplación bien vivida empuja a servir con amor.
Reflexión final
El Rosario Misionero, si se reza bien, puede ser un puente entre contemplación y acción. María “escogió la mejor parte” al sentarse a los pies de Jesús, pero esa parte no la priva de la responsabilidad de amar y servir; Marta, si bien tiene su valiosa acción, necesita encontrar en la contemplación la fuente de paz, de intención correcta, de sentido profundo.
Como comunidad misionera, nuestra invitación es rezar el Rosario Misionero no como rutina, sino como espacio de transformación: que cada misterio nos inspire a amar más en acciones concretas, que cada decena nos centre en Dios, que cada oración mueva al compromiso.




