“Pequeños pero santos: la alegría de seguir a Jesús”

Dios llama a todos a la santidad, también a los más pequeños. Los niños pueden amar, ayudar, perdonar y rezar con un corazón puro, y eso los acerca mucho a Jesús. Los padres tienen un papel hermoso al guiarlos en ese camino de fe, con el ejemplo y el amor cotidiano. “Dejad que los niños vengan a mí; no se lo impidáis, porque de los que son como ellos es el Reino de Dios.” — Marcos 10:14

Hoy compartiremos la historia de nuestro amiguito Mateo, un niño que soñaba con obtener sus alitas de la gracia para ser un niño santo, siguiendo el ejemplo de su ángel de la guarda. A través de la oración, las buenas obras y su alegría en casa y en la escuela, Tomás nos enseñará cómo todos podemos crecer en el amor de Dios cada día.

Esta reflexión está pensada para que papás y catequistas acompañen a los niños en su propio camino hacia la santidad, descubriendo juntos que con pequeños gestos y un corazón puro, ¡también ellos pueden ser santos!

Verbum Dei March 2, 2020

El niño Mateo que quería sus alitas

Había una vez un niño llamado Mateo, que cada noche antes de dormir hablaba con su angelito de la guarda. Le tenía tanto cariño que a veces le dejaba un espacio en su cama, por si quería descansar junto a él. Mateo soñaba con volar al cielo, estar con Jesús y la Virgen María, y tener unas alitas brillantes como las de su angelito.

Una noche, mientras rezaba, Mateo cerró los ojos y le preguntó a Jesús con todo su corazón:

—Jesús, ¿cómo puedo ganar mis alitas como mi angelito? Quiero ir al cielo contigo y con Mamita María.

Jesús, con una sonrisa llena de ternura, le respondió:

—Mateo, tus alitas se ganan con amor. Cada mañana y cada noche, haz tus oraciones con fe. En casa, ayuda a mantener ordenado tu cuarto, recoge la basura de la cocina, y hazlo con alegría. En la escuela, comparte con tus amigos, ayuda a quien lo necesite y haz bien tu tarea.

Mateo escuchaba con los ojos brillantes.

—Cada vez que haces una buena obra —continuó Jesús—, tu angelito la anota en un libro especial que está en el cielo. Ese libro se llena de estrellas, y cuando llegues aquí, tus alitas estarán listas, más radiantes que el sol, porque estarán hechas de todo el amor que diste en la tierra.

Desde ese día, Mateo se levantaba con entusiasmo, hacía sus oraciones, ayudaba en casa, y en la escuela era un pequeño ejemplo de bondad. Sabía que su angelito lo acompañaba, anotando cada gesto de amor en su libro celestial.

Y así, paso a paso, Mateo caminaba hacia el cielo, con el corazón lleno de esperanza y las alitas creciendo invisibles, pero cada vez más luminosas.

Ahora queridos papás y catequistas:
Les compartimos este material para reflexionar y motivar a nuestros niños en su camino de fe.
Pueden descargar e imprimir el archivo adjunto para utilizarlo en casa o durante la catequesis.

Ahora concluiremos con este cántico para motivarnos durante la semana

Betsaida (Bondad Celestial)

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Nuestros patrones
San José

San José fue el esposo de la Virgen María y el padre adoptivo de Jesús. La Biblia nos lo presenta como un hombre bueno, justo y trabajador. Era carpintero y artesano, y con su esfuerzo cuidó y sostuvo a la Sagrada Familia.
Su vida nos enseña el valor del trabajo hecho con amor y dedicación, y cómo desde lo sencillo se puede colaborar en los planes de Dios.
San José es patrono de toda la Iglesia, y también es copatrono de nuestra Congregación, las Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento. Desde los inicios, Madre María Inés lo eligió como protector de esta obra misionera, confiando en su ayuda y guía para acompañar a los misioneros en su camino.
Hoy seguimos sintiendo su cercanía, su silencio lleno de fe y su protección como padre amoroso.

Nuestros patrones
Virgen de Guadalupe

La Virgen de Guadalupe se apareció en 1531 a Juan Diego, un hombre sencillo y creyente, en el cerro del Tepeyac (hoy parte de la Ciudad de México). Le pidió que se construyera un templo en ese lugar, como muestra de su amor y cercanía con su pueblo.
Desde entonces, la Virgen de Guadalupe es una madre muy querida, especialmente por los pueblos de América Latina. Ella es un símbolo de consuelo, esperanza y ternura para quienes confían en su intercesión.
Para nosotras, las Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento, la Virgen de Guadalupe tiene un lugar muy especial. El 12 de diciembre de 1930, durante su profesión religiosa, nuestra fundadora Madre María Inés Teresa vivió una experiencia espiritual profunda: sintió en su corazón que la Virgen le prometía acompañarla en su misión y darle las gracias necesarias para tocar los corazones de muchas personas
Desde ese día, María de Guadalupe es nuestra patrona y madre espiritual, y sabemos que camina con nosotras en cada paso de nuestra vocación misionera.

Alegría

La alegría es una marca que queremos llevar siempre. Nuestra sonrisa no es solo por fuera, es una expresión de lo que sentimos por dentro: una gratitud profunda por ser llamadas por Dios y amadas por Él. Esa alegría brota de sabernos suyas, de saber que nuestra vocación es un regalo.

Eucaristía

Para nosotras, Jesús en la Eucaristía lo es todo. Él es quien nos guía, quien nos ama y nos da fuerza. La misa, la adoración, y todo lo que rodea al Santísimo Sacramento es el centro de nuestra vida. Es el alimento que nos nutre el alma y el corazón.

Mariana

Tenemos un cariño muy especial por la Virgen María. Ella es nuestra Madre, nuestra guía y nuestro refugio. En especial, reconocemos a la Virgen de Guadalupe como nuestra patrona. A Ella le confiamos nuestros sueños, nuestras misiones y la conversión de las almas.

Misionera

Nuestra forma de ser misioneras no siempre es viajando o predicando con palabras. Muchas veces nuestra misión es rezar, ofrecer sacrificios y estar disponibles para ayudar en la conversión de los corazones. A través de la oración y el servicio, buscamos acercar a las personas al amor de Dios.

Sacerdotal

Sentimos que Jesús nos invita a seguirlo muy de cerca, como lo hizo en su vida pública, entregándose completamente a los demás. Nosotras también queremos vivir así: dándonos sin reservas y agradeciendo la oportunidad de ofrecer nuestra vida por amor, igual que lo hizo Él. Queremos ser una especie de «ofrenda viva», unidas a Jesús Sacerdote, para el bien de todos.