«Un paso más…mis primeros Votos»

Cada que pienso en cuál fue el momento de mi llamado, no logro traer nada más un recuerdo a mi mente, en realidad mi corazón atesora algunos momentos concretos que son una semillita que ha sido sembrada, regada y cuidada por Dios a lo largo de mi caminar, con esto concluyo que la vocación es vida.

Cada que pienso en cuál fue el momento de mi llamado, no logro traer nada más un recuerdo a mi mente, en realidad mi corazón atesora algunos momentos concretos que son una semillita que ha sido sembrada, regada y cuidada por Dios a lo largo de mi caminar, con esto concluyo que la vocación es…

Hola, yo soy la Hna. Abigail Ortiz Montaño, soy originaria de Los Reyes Michoacán, provengo de una familia de 5 integrantes: mis papás y dos hermanos varones, siendo yo la mayor de ellos. Crecí en el seno de una familia católica; desde el primer momento de mi existencia por las dificultades que tuvo mi mamá en el parto, mi papá me consagró a la Virgen de Guadalupe, la primera vez que me lo contaron yo no sabía exactamente de lo que se trataba, pero Jesús en el camino me fue enseñando que Él puso su mirada en mí porque antes de eso su dulce Madre ya lo había hecho

Pude conocer las sendas de la fe gracias a mis papás y mis abuelitos, siento que para poder llegar a mi primer encuentro con el Señor ellos supieron mantener esa llamita viva en mi interior. De quien más lo recuerdo es de mi abuelita paterna, mi querida Llella, ella fue una mujer muy apostólica y misionera, en verdad su testimonio de servicio, en la educación, en ser catequista y maestra de adultos mayores me llevaron a también desear seguir sus pasos: dar con gratuidad y alegría todo lo que se ha recibido.

En la adolescencia comencé a estar más activa en la Iglesia tenía sed de conocer a Dios, tenía 12 años cuando mis papás me dieron permiso de ser catequista, fue una experiencia muy edificante, en verdad esperaba con ansias a que llegara el sábado para hablarle a los niños de su amor.

Cuando tenía 17 años mi corazón me pedía más, como buen adolescente comencé a indagar en todos lados, quería afianzar mi identidad, pero buscaba aprobación en los lugares incorrectos, tenía sed de Dios, pero bebía de otras fuentes, Él jamás me dejó sola, me puso en el camino a las personas correctas con las que poco a poco pude conocerlo más.

Me integré a un grupo juvenil llamado «Shaddai» aquí recibí una formación más integral en el aspecto espiritual, especialmente la oración y el frecuentar los sacramentos me ayudaron mucho, en todo el proceso nos hacían mucho hincapié en pedirle a Dios que nos enseñara el camino para encontrar nuestra vocación específica y aunque en un principio me resistía, cada que hablaban sobre la vocación religiosa mi corazón latía muy fuerte, la respuesta que tanto le pedía a Dios por fin estaba llegando.

Conocí a las Misioneras Clarisas gracias al contacto de una religiosa de otra congregación que es conocida de mi mamá, ella era amiga del papá de una de mis hnas. que es misionera en Sierra Leona y que justamente es de mi pueblo, me pasaron el contacto de la congregación y tiempo después me contacté con ellas, lo demás es historia.

Él guía nuestros caminos, nos ama y sólo desea que lo amemos con todo el corazón, agradezco a mi familia, amigos y hermanas en religión todo el apoyo que me han brindado para cumplir los sueños de Dios en mí, ahora con estos votos le hago la ofrenda de mi vida, deseando incesantemente me conceda la perseverancia y la fidelidad en su amor, que pueda ser generosa dándome sin reservas por la extensión del reino, porque «Urge que Cristo Reine».

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Nuestros patrones
San José

San José fue el esposo de la Virgen María y el padre adoptivo de Jesús. La Biblia nos lo presenta como un hombre bueno, justo y trabajador. Era carpintero y artesano, y con su esfuerzo cuidó y sostuvo a la Sagrada Familia.
Su vida nos enseña el valor del trabajo hecho con amor y dedicación, y cómo desde lo sencillo se puede colaborar en los planes de Dios.
San José es patrono de toda la Iglesia, y también es copatrono de nuestra Congregación, las Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento. Desde los inicios, Madre María Inés lo eligió como protector de esta obra misionera, confiando en su ayuda y guía para acompañar a los misioneros en su camino.
Hoy seguimos sintiendo su cercanía, su silencio lleno de fe y su protección como padre amoroso.

Nuestros patrones
Virgen de Guadalupe

La Virgen de Guadalupe se apareció en 1531 a Juan Diego, un hombre sencillo y creyente, en el cerro del Tepeyac (hoy parte de la Ciudad de México). Le pidió que se construyera un templo en ese lugar, como muestra de su amor y cercanía con su pueblo.
Desde entonces, la Virgen de Guadalupe es una madre muy querida, especialmente por los pueblos de América Latina. Ella es un símbolo de consuelo, esperanza y ternura para quienes confían en su intercesión.
Para nosotras, las Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento, la Virgen de Guadalupe tiene un lugar muy especial. El 12 de diciembre de 1930, durante su profesión religiosa, nuestra fundadora Madre María Inés Teresa vivió una experiencia espiritual profunda: sintió en su corazón que la Virgen le prometía acompañarla en su misión y darle las gracias necesarias para tocar los corazones de muchas personas
Desde ese día, María de Guadalupe es nuestra patrona y madre espiritual, y sabemos que camina con nosotras en cada paso de nuestra vocación misionera.

Alegría

La alegría es una marca que queremos llevar siempre. Nuestra sonrisa no es solo por fuera, es una expresión de lo que sentimos por dentro: una gratitud profunda por ser llamadas por Dios y amadas por Él. Esa alegría brota de sabernos suyas, de saber que nuestra vocación es un regalo.

Eucaristía

Para nosotras, Jesús en la Eucaristía lo es todo. Él es quien nos guía, quien nos ama y nos da fuerza. La misa, la adoración, y todo lo que rodea al Santísimo Sacramento es el centro de nuestra vida. Es el alimento que nos nutre el alma y el corazón.

Mariana

Tenemos un cariño muy especial por la Virgen María. Ella es nuestra Madre, nuestra guía y nuestro refugio. En especial, reconocemos a la Virgen de Guadalupe como nuestra patrona. A Ella le confiamos nuestros sueños, nuestras misiones y la conversión de las almas.

Misionera

Nuestra forma de ser misioneras no siempre es viajando o predicando con palabras. Muchas veces nuestra misión es rezar, ofrecer sacrificios y estar disponibles para ayudar en la conversión de los corazones. A través de la oración y el servicio, buscamos acercar a las personas al amor de Dios.

Sacerdotal

Sentimos que Jesús nos invita a seguirlo muy de cerca, como lo hizo en su vida pública, entregándose completamente a los demás. Nosotras también queremos vivir así: dándonos sin reservas y agradeciendo la oportunidad de ofrecer nuestra vida por amor, igual que lo hizo Él. Queremos ser una especie de «ofrenda viva», unidas a Jesús Sacerdote, para el bien de todos.