“¡Qué maternidad tan gloriosa! ¡Dar almas a Dios y sustentarlas en el sacrificio! Si no es para salvar almas, no vale la pena vivir”. Las almas nos necesitan en todo el mundo.

Por su actitud ante el mundo y a ejemplo del precursor es enviada la Misionera Clarisa a preparar los caminos del Señor. Su actitud la constituye ante los hombres mensajera de la verdad que hace libres. Esta actitud la dispone a irradiar a Cristo y a anunciar el amor personal infinito del Padre en los apostolados específicos de la Congregación:

Misiones entre cristianos y no cristianos
Catequesis a niños, jóvenes y adultos
Cooperación en la pastoral de conjunto en la parroquia, en la Diócesis y en la misión
Fomentar las celebraciones litúrgicas del pueblo de Dios
Pastoral de la Educación: Jardín de niños, primaria, secundaria, preparatoria
Pastoral de la salud: Clínicas, hospitales y dispensarios médicos

La misionera clarisa se aplica a mostrar su amor fraterno por la comprensión, por el espíritu de servicio, de amor y paz. La caridad mueve a cada una de las hermanas a no vivir para sí, sino para los demás.